domingo, 12 de mayo de 2013


Cuáles los costos de renovar la vigencia...


Cada quien le pone fecha de expiración a su obrar profesional. Y no es que eso se declare. No. Lo denuncia una actitud, un comportamiento. Es una decisión no declarada, porque quienes toman la resolución de renunciar e iniciar el re-encuentro (laboral) con lo que son, 
es cuestión de poquísimos con sobrada personalidad.
De modo parecido, quienes apuestan por renovar su vigencia profesional no conforman un ejército; son al parecer una minoría. Lo de mayorías referido a cometidos éticos o decisiones arriesgadas,  comprometidas con elevados valores u opciones de vida, es cosa de excepcionalidad. Lo común es que las mayorías guiadas por primitivos “sentimientos” o sentido de horda, se plieguen unos a otros en torno a la emotividad, a lo que emerge a flor de piel.

Tomar decisiones cruciales, no es jamás cosa fácil. Ello tiene sus costos. Renovar la vigencia profesional demanda altos costos, incluso económicos; pero depara profundas y merecidas satisfacciones. Es más entre los costos, hay derivados de fruición que personalmente se experimenta al ir saldándose aquellos (los costos).
En el orden de la vigencia profesional -su renovación-, es menester un hondo convencimiento de lo pertinente de afrontar la mediocridad, la montonera indefinida que es maleza, enemiga de la propia autorrealización.
 
A partir de ahí hacia adelante corresponde correr con las consecuencias, es decir, asumirlas. Cosa que no admite el sistema de fiado como en las tiendas de barrio, menos lo de gratuidad. El talante moral e intelectual se forja. Es construcción que no se agota con lo que desde temprana edad se “nos ofrece en familia”, más los ambientes y relaciones favorables o no para… . Se requiere,  seguido la propia intervención para tomarse así mismo por el timón de mando.
 
Desde dedicarse para sí el tiempo necesario en…, resulta parte del capital a invertir. Tiempo en el que se pasa de la pre-ocupación a la ocupación…, hasta hacer inversiones en dinero contante y sonante con la adquisición de insumos que deben hacer parte del consumo personal. Me explico: Si no  se dispone de tiempo para crecer a ritmo sostenido, no hay forma de edificación personal. Se Debe en consecuencia escoger, dedicarse un tiempo para leer, un tiempo para escribir…, un tiempo para ver buen cine, un tiempo para contemplar la naturaleza, el paisaje, etc. En cuáles insumos,  invertir?  En libros, en internet, en formas concretas de tecnología, en viajes, en cine, compra de películas escogidas,  entre otras. 
El uso intensivo de estos insumos,  transfiere su valor a la persona en términos de competencias, valorizando un saber actuar; operándose la renovación, con el agregado de que este se extiende el beneficio a otros: a las personas que se relacionan como  usuarios
del “servicio” en que laboralmente se desempeña aquel, la fuerza laboral. En tratándose de la educación, los beneficiados directos son los estudiantes. Con lo cual el beneficiario, en últimas, es la sociedad.
 
Lo dicho involucra además inversión en educación formal y no formal,  para la propia actualización profesional, puntual, pertinente. Que no se ha de banalizar por el formalismo tipo requisito de escalafón (¿?).
 
Sin descontar el impacto sobre el régimen salarial que ha de traducirse en mejora de las condiciones de vida del trabajador ciudadano, es innegable el incremento de la valorización de ese recurso humano;  renovación  evidenciada en desempeño profesional. Realización de competencias en contextos laborales específicos.  Pero vale más: no sólo en marcos estrictamente laborales. El horizonte se amplía extendiéndose a ámbitos diversos, con potenciación de la comunicación,  presente y atravesando los más disímiles contextos.
 
En el obrar de la escuela, en la gestión de aula, esto es particularmente descollante, vital para el educador como para la calidad del acto educativo. En esto, la calidad,  el talante personal (intelectual y moral) del docente no es indiferente para  los estudiantes y su devenir formativo.  Aquel es virtual inspirador de éstos (…).


                                                    Ramiro del Cristo Medina Pérez


Santiago de Tolú,  mayo 11 -  2013